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Demonio ~parte 1

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Mensaje por Jibril Sáb Nov 08, 2014 3:19 am

El clima era bastante gélido, suerte que cargaba con el equipo necesario para poder soportar las inclemencias del tiempo, aun me quedaba mucho camino hasta llegar a ese templo perdido en el tiempo, del cual ya ni historias se cuentan, de no ser por el afán de leer que últimamente había estado adquiriendo quizás nunca me hubiera enterado de este y su veracidad,

Ese pequeño afán de buscar leyendas luego de comprobar que estas podían ser reales de primera fuente, recordando cómo es que tenia esta nueva apariencia que le permitía volver a caminar con libertad y sin miedo de que en cualquier minuto pudiera ser atacada ya sea por una orden de cualquiera de los dos lados de la fuerza, tanto legal como ilegal, suspiraba de alivio al poder dejar eso atrás, bueno como fue que llegue a este lugar, déjenme contárselos.

Me encontraba en los salones del gremio cuando una de las demás miembros  llegaba con un libro bastante estropeado que pensaba tirar a la basura, dado que iba a botarlo le pedía si podía dejármelo un instante, a lo cual termino regalándomelo, y diciendo que ese libro ya era mi problema, me levantaba e iba a mi cuarto a leerlo, entraba dejando el libro sobre una mesita al costado de mi cama encendía una vela dejándola sobre esta, y tomaba el libro mientras me recostaba y me acomodaba en lecho de sueños, comenzando a hojear primeramente el contenido del texto, el texto era antiguo se podía notar en la delicadeza con que estaba escrito completamente a mano y la calidad del papel, deteriorado por el paso de los años, se veía interesante a primera vista, era el diario escrito por un aventurero hace mucho tiempo, no tenía una fecha escrita pero por el estado en que estaba se notaba que serian por lo mínimo unos setenta a ochenta años, por lo mínimo.

Ya interesada en el contenido que ahí estaba escrito, volvía a la primera hoja, comenzando a leer con detenimiento su contenido, lo primero escrito era una advertencia  --- “Creer o no creer es tu elección, todo lo aquí escrito y descrito, existe realmente yo lo vi y sobreviví a ello pero no pude superar el obstáculo final, si quieres arriesgarte debes saber que la chica de sangre te espera al final de la aventura, pero el verdadero desafío es contigo mismo antes de poder obtenerla, debes ser capaz de trasformar tu cuerpo a voluntad y quizás  el tesoro tendrás”--- Palabras sin sentido quizás, divagaciones de un loco, pero por que hablaba de trasformar el cuerpo, acaso se refería a un mago de transformación, mejor seguir leyendo antes de sacar alguna deducción anticipada.

Tener paciencia fue algo que aprendí durante esos siete años en los que desaparecí, en varias ocasiones estaba a un punto de dejar toda la investigación que llevaba a un lado, pero pensando con calma encontraba la solución al lio en que estaba en ese momento y me reía de lo fácil que era, leía uno de los pasaje del libro en voz alta---“Existen muchos relatos e historias que se refieren a poblaciones o regiones que fueron asoladas por algún oscuro momento que marcó sus destinos, los mismos que se han extendido hasta nuestros días y que se han convertido en leyendas y mitos propios de estas localidades. 

Masegoso era un poblado que se situaba en una región Montañosa, y que años atrás quedó totalmente desierto debido a la muerte de casi todos sus habitantes, en un hecho que hasta la fecha no ha sido del todo esclarecido. Sin embargo, las narraciones respecto a estos nefastos hechos han llegado hasta nuestros días a través del folclore popular, el que nos cuenta que la aldea padeció de envenenamiento en un acto totalmente repudiable y llevado a cabo por el despecho de un amor no correspondido. Los lamentos que hoy se escuchan en los alrededores parecen emerger del dolor más profundo del alma de los habitantes de esta región que vieron desaparecer a sus pobladores de manera casi instantánea. 

La historia nos lleva al momento en el que un joven militar pretende a una bella mujer de Masegoso, llamada Adela, sin embargo, ella ya se encontraba en romance con otro joven de la aldea, Manuel. La insistencia del militar no hizo cambiar para nada la decisión de la mujer, quien tras el rechazo anunció matrimonio con su novio pretendiente. Esto enfureció a tal punto al militar que asesinó al novio, y no contento con ello, cogió unos sapos venenosos y los echó a la fuente de agua de donde todos los pobladores de Masegoso bebían a diario. El envenenamiento mermó casi totalmente la aldea y los pocos que quedaron vivos dejaron el nefasto lugar para encontrar un lugar más seguro para ellos y los pocos sobrevivientes. 

No es necesario contar que tras estos hechos, y luego de varias generaciones, aún se sienten los lamentos de quienes ahí murieron de esta vil manera, quienes además claman venganza eterna por lo sucedido”--- 

Continuaba leyendo y otro relato aparecía completamente distinto y en todo ámbito al anterior, y así por varios relatos, al cabo de una media hora volvía a leer en voz alta otro relato, este tenía algunas letras tachadas por lo cual era el más confuso hasta ahora de todo el libro

--- “Todo ocurre en las islas de FlanXXX, (siete islotes situados cerca de las islas HéXXXdas), el día XX de XXXXXX de ese año. El XXXXXXXXX, barco de suministro que hacía su ronda habitual, retrasada unos días a causa del mal tiempo, llega ante el faro de la pequeña isla de XXXXXX XXX y atraca. El faro, de casi 24 metros de altura y que sólo llevaba un año en funcionamiento, siempre lo recibía con la bandera izada agradeciendo así su llegada. Pero en esta ocasión no fue así. Entre los ocupantes del barco se encontraba también un tal XXXXXX, uno de los que habitualmente cuidaban el faro y que se reincorporaba tras unas pequeñas vacaciones. XXXXX XXX fue el primero en preocuparse al sentir que algo no iba bien. 

Días atrás habían sufrido una terrible tormenta y desde entonces no se veía la habitual luz del faro. Además la niebla aún era densa, creando así un ambiente muy inquietante. Temía que algo le hubiera ocurrido a sus tres compañeros. A medida que el XXXXerus se acercaba, lanzaba señales destinadas a que fueran contestadas por los fareros, pero ninguna obtuvo respuesta. Ya estaba claro, algo les había sucedido.

Ya en tierra, y siempre bajo el mando del capitán XXXXXX, unos cuantos hombres, entre los que se encontraba XXXXXX, se acercaron hasta la puerta misma del faro. XXXXX tocó pero nadie contestó. El silencio del lugar resultaba ensordecedor. Tuvieron que derribar la puerta para poder entrar en su interior ya que la puerta estaba cerrada con llave… Allí todo estaba en orden, no había rastro o pista alguna sobre lo que le había ocurrido a los tres encargados del lugar. Tan sólo el reloj, el reloj que se había detenido justo a las 9:30 y una silla tirada hacia atrás, como si el que estuviera sentado se hubiera levantado precipitadamente. No tardaron mucho en encontrar el diario del encargado principal, XXXXX, y vieron que había escrito por última vez a las 9:00 horas del día 15 de diciembre. ¿Qué es lo que había ocurrido con los tres fareros?... 

Con esa angustiosa incógnita partió de nuevo el XXXXXX, dejando el faro al cuidado de MoXXX, que siguió recorriendo e investigando tanto en el interior del faro como por el resto de la isla, incluyendo la casa y la capilla, ya en ruinas y abandonadas, que se hallaban no muy lejos del faro. Unos días después la propia Armada se presentó dispuesta a realizar una profunda labor de investigación. Descubrieron entonces que los equipos especiales para días de tormenta no estaban, que sólo quedaba el otro de los fareros, Mc XXXXXX. Además la enorme y pesada grúa que se hallaba instalada en el embarcadero había sufrido movimientos violentos, quizás consecuencia de la fuerte tormenta de días atrás. Por ello las primeras teorías apuntaban a que alguno de los hombres pudo ser arrastrado por una ola de gran magnitud que golpeó la costa, probablemente XX XXXXXX, y que los demás, Dxxxt y Maxxxxl, se ahogaron con él al intentar salvarlo. Pero lo que no se entendía era que cómo iba a ocurrir un final tan trágico si por todo el muelle existían salvavidas y sogas a las que agarrarse. La cuestión es que nunca se encontró rastro alguno de ellos y, por ello, nunca se ha podido explicar su desaparición.

Por cierto, cuentan que XXore, que siguió cuidando el faro en soledad, enloqueció un año después… ¿la soledad y la pena acabaron con su equilibrio mental?, ¿o terminó creyendo lo que decían los habitantes de las islas HXXXdas sobre que la isla estaba encantada y que una terrible criatura marina había devorado a sus compañeros cuando huían de un espeluznante ser de otro mundo?... 

El faro de la isla aún hoy sigue en funcionamiento. Eso sí, es totalmente automático y en la isla ya no vive nadie… ¿o sí?”---

Este relato solo dejaba aun más dudas en mi cabeza, todos estos sitios existían, y de ser así porque no había oído hablar de ellos en todos estos años, dejaba el libro a un lado en mi cama y me levantaba hasta la pequeña biblioteca que tenía en mi cuarto comenzando a buscar un libro sobre mitos e historias populares de las cuales no habían pruebas y que  solo se consideraban fantasía, antes de volver a mi lecho una vez encontrado el libro y tenerlo en mis manos me acercaba a la puerta y abriéndola colocaba un cartelito de no molestar para luego cerrarla con seguro y volver  a la cama, para repasar el texto que tenía en mano,

---“De todas las cosas que pueden haberse perdido a lo largo de la historia no hay nada más fascinante, atrayente y romántico que una ciudad. Ellas han enriquecido el campo de la literatura y la exploración, manteniendo vigente el interés por encontrarlas, tanto en aventureros como en científicos. 

Temporada tras temporada, decenas de anónimos investigadores alistan sus mochilas y encaminan sus botas hacia selvas y picos inexpugnables con la esperanza de poder desentrañar parte de la historia oculta, conseguir la fama o simplemente experimentar en carne propia la sensación de poder convertir una leyenda en realidad. 

Las hay de todos los metales y tipos. Están las habitadas y las deshabitadas; las que se ubican en lo alto de las montañas, en las impenetrables florestas amazónicas o, incluso, las construidas bajo tierra. Pueden ser de oro o de plata; puede que estén encantadas o simplemente protegidas por mil peligros (reales o imaginarios), que van desde serpientes venenosas a celosos aborígenes. Pero el verdadero encanto que todas las ciudades perdidas poseen es que, precisamente, están perdidas. 

Del enorme catálogo que existe, sólo un pequeño porcentaje de ellas ha sido efectivamente encontrado. Sucede que, en su gran mayoría, aquellas ciudades que se han buscado por décadas jamás tuvieron una realidad concreta. Elusivas, estas urbes se niegan a revelar fácilmente sus secretos; razón por la cual son difíciles de olvidar y muy proclives a convertirse en obsesión. Paradójicamente, los "lugares que nunca existieron" han sido los depositarios de una inversión de capital y de sacrificio humano enormes. Pero el mito rara vez desaparece y los descubrimientos que se realizan no hacen otra cosa que transformarlo y aumentarlo. 

"Si tal ciudad que se creía perdida para siempre ha sido hallada, ¿por qué no puede suceder lo mismo con tal otra?". 

Este sencillo argumento se encontró, una y otra vez, en boca de grandes exploradores que, con mayor o menor fortuna, se lanzaron a la búsqueda. Quizás sea Hiram Bingham, descubridor de grandes tesoros culturales, el arquetipo más acabado del tenaz personaje que nombramos; aunque no todos los buscadores de ciudades perdidas han tenido la suerte que él tuvo. Detrás de esa reducida legión de soñadores con éxito se aglomeran un sin fin de exploradores anónimos que continúan invirtiendo tiempo y dinero, tras lo que aparentemente constituyen imaginarias construcciones. 

Pagan un precio que la mayoría jamás lamenta, ya que es lo que les da sentido a sus vidas. En casi todos los continentes existen estos imanes poderosos. Muchas selvas y rincones montañosos del mundo conservan leyendas sobre ciudades perdidas, pero nuestro continente es el más privilegiado al respecto. En él, abundantes productos de la fantasía literaria cobraron una existencia supuestamente real y "de los libros [...] salió una muchedumbre de fantasmas, encaminados a rellenar los vacíos del hemisferio que nadie había visitado". A pesar de los cinco siglos transcurridos, muchos de ellos continúan tan vigentes como al principio. La lista de estos lugares es larguísima y han arrastrado a más gente, por más tiempo, que ningún otro mito. El Mundo ha producido, y sigue produciendo, una corriente inagotable de realidades y fantasías que mantienen muy actual la posibilidad de encontrar ciudades perdidas. 

Su geografía permite que se sostenga la voluntariosa actividad de explorar y, machete en mano, seguir las angostas trochas que se orientan hacia el Este de la ciudad. La rica historia de la zona, cuya civilización más descollante fue la incaica, facilita la probabilidad de "hallar algo" que permanezca sin catalogar, oculto por el follaje de la cuenca. Los hechos así lo indican. El mundo ha dado recientemente prueba de que las ciudades perdidas, más allá del innegable componente imaginario que arrastran, son una realidad tangible.

Auténticas ciudades perdidas han sido rescatadas en los últimos cuarenta años. Quizás el descubrimiento de xxxxxxxxxx y sus centros satélites, practicado en julio de xxxxx, sea el más conocido, pero existen otros, no tan espectaculares como el nombrado, aunque muy importantes desde el punto de vista histórico y arqueológico; por ejemplo, el Pajatén (xxxx), Vilcabamba "La Vieja" (1xxx), Mamería (xxxxxx) y Gran Vilaya (xxxx). También en los años de investigación  fue desenterrada una asombrosa y rica pirámide en el desierto costero, tumba perteneciente a un señor de un mundo ignoto, conocido hoy mundialmente como el "Señor de Sipán". Si bien este último hallazgo no posee los componentes fundamentales que el saber popular le otorga a las "ciudades perdidas" (permanecer ocultas detrás de montañas y selvas) es una clara muestra de lo mucho que falta por encontrar y hacer en suelo continental. 

Si el "Señor de Sipán", rodeado por sus tesoros y servidores, fue descubierto a pocos metros de la carretera, ¿qué puede esperarse de aquellas regiones alejadas y prácticamente inexploradas que persisten, en las vertientes orientales de las montañas?...

Nuestra experiencia previa por las selvas de la cordillera, durante los meses de Julio/Agosto de xxxxx (EXPEDICIÓN VILCABAMBA), y el hallazgo de un pequeño templo de factura desconocida sin catalogar, en una región medianamente poblada, en las cercanías del caserío, nos ha impulsado a aceptar los generalizados comentarios locales referentes a la existencia de ruinas  que aún permanecen cubiertas por el húmedo follaje de la selva. Guiados por esta experiencia y por las decenas de fuentes documentales españolas (crónicas), que desde hace más de 400 años denuncian tales "caseríos perdidos", imaginamos muy probable que cuestiones hasta ahora consideradas meros relatos fantásticos guarden un fondo de verdad digno de ser investigado. Somos claramente conscientes de que las proyecciones del imaginario se potencian cuando uno se encuentra en plena jungla y que la percepción que se adquiere del inmenso espacio geográfico oriental se ve impregnada por símbolos ya clásicos del imaginario europeo, esos que hemos venido leyendo en novelas y cuentos desde que éramos niños. 

La imagen del tesoro enterrado, de las sociedades perdidas y de la aventura en su sentido etimológico ("lance extraño y peligroso") no dudan en aparecer cuando uno gira trescientos sesenta grados la mirada y lo único que observa es una infranqueable masa de árboles, lianas y raíces. 

Alguien se preguntó una vez, ¿cómo podría un hombre pasar su vida observando una puerta sin abrirla?

 En mi caso personal esa puerta cerrada se ubica en el aventurarse a descubrir  y tiene un cartel que dice: Abreme.. Expresan en el, que más allá de los límites con la selva se levantan, majestuosas y olvidadas, las ruinas del Gran imperio, una supuesta ciudad que conserva, entre sus mohosos muros, los tesoros que los últimos miembros de la elite escondieran ante la conquista de sus tierras. Tan evanescente como El Dorado, la leyenda del Paititi sigue poseyendo febriles creyentes, como también escépticos detractores que, en un debate no oficializado por la ciencia, mantienen viva la presencia de la mítica ciudad en el imaginario colectivo de todo el Mundo. El problema radica, entonces, en responder, con la mayor exactitud que nos sea posible, tres preguntas claves: ¿qué significa el término Paititi?, ¿De qué cultura fue, efectivamente, parte? y ¿En dónde se levantarían sus supuestas ruinas?...Para cada una de estas cuestiones existen respuestas variadas. Empecemos, pues, por la primera.Ninguna de las crónicas que hayamos leído dan una definición etimológica de Paititi. Toman el nombre de la tradición oral y simplemente lo utilizan sin excavar demasiado en el asunto. Lo describen, lo elogian y adornan con mil maravillas, pero ningún ser de la época que fuera pretendió dar con el sentido exacto del término. Recién en nuestros días, investigadores y fanáticos creyentes, han sostenido que la palabra es de origen indígena y que deviene de una alteración del término Paykikin, que en castellano significaría "como él" o "igual a ese", e incluso "igual al otro". Pero, ¿qué otro?. Según este criterio, el "otro", "ese", "él", no sería sino el gran imperio mismo. Es decir, que una traducción literal del término al castellano sería "como el imperio", pretendiendo con ello hacer suponer que la ciudad del Paititi (como se ve, ya se sobreentiende que es una ciudad) fue una réplica exacta de la antigua capital imperial.  Experimentados lingüistas manifiestan que el argumento anterior es falso. "En el isioma original, decir 'como el imperio', se expresa así: Qosqo Jina o también Qosqo Kikillan. Decir 'como él', se expresa pay kikillan, o también pay kikin, jamás Paititi. Pero la expresión 'como él', así suelta es incompleta y ambigua, vacía. Por lo tanto no hay ni hubo argumento para pensar que 'él' correspondiera precisamente a la ciudad capital del Imperio"… Otras traducciones sostienen que Paititi significa "dos colinas", "dos pumas", "dos metales", "segundo imperio", "así", etc. Lo cierto es que el significado literal de este nombre aún no ha sido encontrado. Como argumenta el profesor Daniel Heredia, "probablemente pertenezca a un idioma de la región selvática y que tenga una raíz tupí-guaranítica". Esto nos conduce, pues, a la segunda cuestión: ¿A qué cultura perteneció el Paititi? Para el escritor Ruben Iwaki Ordoñez, autor de un "clásico" en el tema, no cabe la menor duda de que el Paititi es una ciudad incaica, protegida por indios salvajes y contenedora de estatuas de oro de inmenso valor. Según Ordoñez, en ella se escondieron los tesoros Imperiales cuando los extranjeros invadieron el Reino. Esta hipótesis es la que más ha calado en el imaginario investigador de la actualidad y es, como puede advertirse, la que posee raíces más coloniales. Misma opinión defiende el Padre Juan Carlos Polentini Wester en su obra Por las Rutas del Paititi y Fernando Aparicio Bueno. Pero existe otra teoría que, a nuestro modesto entender, puede que sea la que se acerca más a la realidad, y que sostiene que el Paititi fue un reino selvatico, "una avanzada cultura de la selva, superior a las demás y con una vasta influencia, que los imperiales conquistaron culturalmente (no militarmente) haciéndoles adoptar leyes, costumbres, vestidos e idolatrías". Al respecto, el célebre explorador Carlos Neuenschwander Landa, escribió: "[...] El Paititi habría existido, en realidad, como un vasto reyno (sic) que agrupaba a los pueblos que habitaban las grandes cuencas del Amaru Mayo o Madre de Dios y del Beni. [...] Según Garcilaso, los Imperiales trataron de conquistar al Paititi o Reyno de los Musus (o Mojos). [...] El Antisuyu habría sido, pues, una región de fronteras de expansión y retracción variables donde se aglutinaban [...]los pueblos y las culturas del Imperio de los XXXXX y del Reyno del Paititi. En la vertiente oriental de la cordillera de Paucartambo, el proceso de colonización mezclada había dejado como huella, numerosas poblaciones, caminos y otros vestigios, ubicados en las cumbres, narigadas y laderas de los contrafuertes que descienden a la selva y que la tradición conservó en nombres como Apu-Catinti, Callanga, Mameria, Yungary, Pantiacolla y Huchuy Catinti. Erróneamente, en la actualidad, a todas ellas se les denomina genéricamente como Paititi, queriendo significar con ello, no una concentración determinada de ruinas, sino más bien restos arqueológicos (de una ciudad) ocultos por la selva que cubre esa intrincada franja territorial". Por su parte, el escéptico Víctor Angles deja abierta la posibilidad de que efectivamente el Paititi haya podido ser una cultura amazónica. Pero también están los otros, aquellos que arrastrados por un excesivo espíritu de resistencia, siguen afirmando que el Paititi no es una ciudad muerta, sino un centro urbano que todavía congrega a una importante comunidad de aborigenes vivientes que, protegidos por la selva, han podido resguardar sus costumbres, rituales y creencias de un modo intacto. Además, en la zona de Chinchero y Urubamba (muy cercanas a la capital), o la región del valle San Miguel-Kiteni (al norte de Quillabamba, en plena selva tropical), los aborígenes creen que el Paititi es el verdadero refugio de los últimos imperiales y que aún están escondidos en la selva. Incluso, sostienen que algunos de ellos se han podido comunicar con las gentes del Paititi, aunque no conocen el sitio donde está.Mientras nosotros encaminábamos nuestras botas hacia las ruinas Vilcabamba "La Vieja" pudimos colectar variadas versiones sobre el tema, y en todas ellas advertimos dos denominadores comunes: uno, es el temor que el Paititi despierta; y dos, el respeto y admiración que se siente por algo que, hasta ahora, es sólo un nombre. En síntesis, se podría decir que, con o sin oro, alimañas o indios protectores, la tradición oral le da al Paititi dos posibilidades: la primera (más lógica y posible), que sea uno o varios yacimientos arqueológicos (ruinas) perdidos en la selva; y la segunda (más imaginaria, pero con una fuerte dosis inconsciente de resistencia), que sea una ciudad en la se conservan los auténticos incas descendientes del viejo Tahuantinsuyu, esperando el momento adecuado para reeditar el perdido esplendor. Nos queda por intentar contestar la tercera y última cuestión: ¿En dónde se levantan los supuestos cimientos del perdido reino o ciudad del Paititi?...  Si bien todos coinciden en ubicarlo hacia el oriente de la cpital, existen discrepancias muy marcadas entre los investigadores. El "oriente" es muy extenso; por lo tanto, sindicar esa dirección sin especificar (justificadamente) un sitio concreto, de poco sirve. Generalizaciones de este tipo lo único que promueven es la catalogación de cualquier resto arqueológico con la atractiva etiqueta de "Paititi". Cosa que ya ha ocurrido en el pasado, y sigue ocurriendo.  Tras comparar las hipótesis más conocidas, y de gran circulación en la actualidad (tanto de forma escrita como oral), hemos podido detectar que dos sectores son los que se disputan la posesión de la tan mentada "ciudadela" imperial. El primero es el que corresponde a la denominada Meseta del Pantiacolla. Ésta se levanta en territorio xxxxxx, en el actual Departamento de xxxxxxxxx, y generalmente es la preferida por los nuevos imperiales. Los autores que se encolumnan detrás de esta hipótesis son: Ruben Iwaki Ordoñez; el anónimo, esotérico y delirante "Brother Philip"; el Padre Juan Carlos Polentini Wester; el explorador arequipeño Carlos Neuenschwander; Fernando Aparicio Bueno y el historiador y restaurador Enrique Palomino Díaz. Todos ellos afirman que habría que circunscribir el área de búsqueda en la zona determinada por los 13º - 12º Latitud Sur y los 72º -71º Longitud Oeste (territorio enmarcado por los ríos Manú, al norte; Madre de Dios al oeste; y Paucartambo al sur). Esta región es muy rica desde el punto de vista arqueológico y, tenemos que admitirlo, con muchos misterios por resolver. Con toda seguridad, en el futuro la región del Pantiacolla arrojará nuevos materiales de investigación. Queda muchísimo por hacer allí. Así todo, nosotros creemos que si del Paititi queda algo, debemos buscarlo mucho más hacia el Este.

 La región de la famosa meseta no fue sino un corredor, un lugar de paso, que condujera a los antiguos imperiales hacia lo que hoy día serían territorios del norte y oeste. Arribamos, entonces, al segundo sector en cuestión.
Todos los documentos antiguos, o al menos los que hacen referencia de manera más específica al Paititi, dicen ubicarlo a unas 200 leguas de la capital(aprox. 1.100 Km al Este); y esto nos lleva mucho más allá de Pantiacolla. Los historiadores que apoyan esta hipótesis fundan sus dichos amparados en estas fuentes escritas de los siglos XVI y XVII (que dan distancias aproximadas, nombran ríos y señalan accidentes geográficos), y no tanto en la tradición oral que circula hoy en la sierra. Por eso les asignamos un mayor crédito.

 Dos de los más reconocidos investigadores que defienden esta posición son: el historiador ao Roberto Levillier y el queño Daniel Heredia. Partiendo del supuesto de que el Paititi no fue una creación de la mente, R. Levillier, reitera en más de una oportunidad que sólo el oro en masa era fábula, y que todos los informes escritos, dejados por conquistadores, misioneros, soldados y aventureros durante el proceso de conquista y colonización, señalan a las Sierras de Parecis (hoy territorio de Rondonia, en el Matto Grosso) como el sitio en el que se ocultaron los últimos imperiales. Incluso ubica con exactitud su posible emplazamiento cuando escribe: ---"Las Provincias del Paititi se extendían desde la proximidad del río Madeira, por 11º de Latitud Sur y 64º de Longitud Oeste, con inflexión Sudeste hasta las cabeceras del río Parguay, en 13º Latitud Sur y 57º Longitud Oeste."---. Por su parte, Daniel Heredia, tras un concienzudo manejo de fuentes documentales, concluye que el suelo es el escenario histórico buscado, ya que:
---"Si bien la ubicación del Paititi o reino de los Musus puede que esté a una distancia probablemente exagerada o deficiente, un promedio prudencial lo situaría entre los 10º y 11º de Latitud Sur, y los 67º y 65º de Longitud Oeste; en la zona de la confluencia de los ríos Bei, Amarumayo (Madre de Dios) y Mamoré, sobre el arco que forma éste último en la zona, al norte de la ciudad de Riralta”.---

Cuando regresamos a la capital, tras doce largos días de caminata y exploración, algo había cambiado dentro de mí. Ya no era el escéptico de antes. La selva y su imponente majestuosidad me habían hecho ver la realidad histórica de una manera diferente. 

El romántico sueño de las ciudades perdidas era aún posible y las espesas selvas de la región "tampú" podían albergar todavía restos de ciudadelas no catalogadas. Toda la zona explorada, esa a la que se llega remontando el cauce los ríos Vilcabamba y Pampaconas, es una verdadera mina sin explotar. Son pocos los yacimientos arqueológicos debidamente clasificados, deforestados o convenientemente conservados, y muchas las referencias que los lugareños hacen respecto de muros, palacios y templos que ocasionalmente encuentran tapados por la espesura, pero a los que luego pocos se animan a ir, y menos aún denunciar. 

Como de manera muy acertada me dijera un especialista, destacado por Diversos estudios de gran fama a nivel mundial: ---"Si los historiadores y arqueólogos contemporáneos, que mueren por un simple jarrón o plato de origen griego, supieran lo que se puede encontrar en estos valles, cambiarían de especialidad. ¡Estamos hablando de ciudades enteras, y pocos saben o creen en ello!"---.Pero este provincialismo mental es entendible en muchos intelectuales de escritorio; especialmente en aquellos que jamás han transpirado debajo del húmedo manto de la selva, ni han conocido la inmensidad el escenario en el que se desarrolló el capítulo final del drama precolombino. Para muchos de ellos, que sólo han sido entrenados para mantener sus narices pegadas al suelo (de preferencia, bajo el suelo) o a la tinta oscura de los documentos de una biblioteca, el árbol les impide ver el bosque. Sentados en sus mullidos sillones de burócratas y "académicos", raras veces gastan energías en encontrar ciudades perdidas. 

No sería científico, aducen. Y, por lo tanto, raras veces son ellos quienes las encuentran. Aquellos que lo intentan, o sólo piensan que es posible encontrarlas, son tildados de "herejes", y reciben, como respuesta a esas inquietudes, sarcásticas sonrisas de desaprobación. Lo que no advierten es que el problema no son los herejes, sino los mediocres.
Muchas ciudades perdidas esperan todavía ser descubiertas, y el renovado ímpetu que la selva ha despertado en muchos exploradores e investigadores nos dará la razón en el futuro. Casi todos los meses nuevos restos arqueológicos, antes no tenidos en cuenta, nos obligan a re-escribir parte de la historia de este continente. Quizás las ruinas del Paititi estén aguardando a su Hiram Bingham para salir de las brumas en las que ha estado durante tanto tiempo. Y es probable que nos decepcionemos al verlas, ya que advertiremos cuántas fantasías se han depositado en ellas.

Lo cierto es que hoy ya no negamos la existencia de lazos entre la sierra y la selva (incluso la costa) en el territorio pre conquistador. El hallazgo de cerámica costera en pleno corazón del Amazon nos induce a pensar que esos contactos no fueron mitos, sino una palpable realidad. También sabemos que los imperiales se internaron mucho más "adentro" de lo que suponíamos, y que es lógico pensar que levantaran en esos territorios fortalezas y puestos de avanzada. La ciudad de Vilcabamba "La Vieja", y las decenas de construcciones  imperiales erigidas en la selva tropical, constituyen una prueba objetiva del alto grado de adaptabilidad que tuvieron los habitantes. Por otra parte, las enormes dificultades que nosotros mismos experimentamos al ingresar en esa zona de resistencia (precipicios, ríos impetuosos, calor insoportable, insectos, denso follaje) nos han hecho dudar que la última dinastía indígena rebelde haya terminado efectivamente en xxxx al caer Vilcabamba en poder de los extranjeros. Es muy probable que los incas residuales (aquellos que lograron sobrevivir a la captura de su lider) hayan podido huir y conservar hasta mediados del siglo XVIII su aislado predominio de invictos, protegidos por la selva y los desbordes de los ríos. Probablemente sus descendientes se dispersaran entre las tribus selváticas, tras varios siglos de convivencia.
Jibril
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Mensaje por Jibril Sáb Nov 08, 2014 3:47 am

Éstas son las memorias Chakan, gobernante de Dite, la capital del infierno en la tierra, soy la máxima autoridad demonomaléfica en todo el orbe, no obstante ello no era así hasta hace muy poco. Me digné en redactar todo lo ocurrido a modo de relato, pues el gran drama de los demonios del planeta tierra debe ser contado y dado a conocer a todos los seres.

  Hay que contar la introducción, teniendo en cuenta que tanto el infierno como el cielo son una realidad que se escapa a nuestra comprensión y fracasaremos siempre que intentemos entenderla, hay que recurrir a la metáfora, es posible hacerse una idea mediante un pequeño cuento, que a modo de alegoría, explica el origen del infierno para posteriormente abandonar las metáforas y situar la historia del demonio mercenario Tephros en nuestra realidad entonces comenzará la narración, que es comprensible por todos al tratarse de nuestra misma realidad.

tengo que contarlo.

  Todo empieza en el tiempo en el que se fundó el reino de la oscuridad.  No se sabe mucho sobre el sitio en el que él, lucifer, fue uno de los mejores ángeles de dios, hace ya mucho tiempo, ni quién es el dios todopoderoso que gobierna ese reino. Lo que si se sabe, pues es un hecho muy recordado, es que salió del mundo de la luz una vez, resentido con dios por algún motivo, dispuesto a no regresar, pero resulta que no salió solo.

  Tras él, muchos otros, que habían decidido creer en él y en su promesa de libertad. pero les había mentido. Él no tenía la capacidad de crear, ni siquiera de destruir, solo de moldear y transformar.

  Con la ayuda de sus seguidores, consiguió fundar el reino del infierno. era un lugar horrible, sin ningún encanto, frío, húmedo y mal edificado, no tenía comparación alguna con lo que habían dejado atrás. Precisamente por eso muchos de sus seguidores dudaron.

"Nos has conducido al vacío, nos has utilizado para construirte este horrible lugar, ahora no tenemos nada, solo sentimos frío, estamos tan alejados del calor y la luz..." fue ésta la queja de uno de sus seguidores y gran amigo suyo, el ángel Baal Zebub.

"Toda empresa tiene riesgos, sabíais que yo sólo no podría levantar un reino, por eso recurrí a vosotros, los ángeles inconformistas, a que vinierais conmigo a levantar un nuevo gran reino, en el que no necesitaríamos de ningún dios, y cada uno de nosotros seríamos nuestro propio amo y señor"

  Le contestó así el cabecilla de aquella loca aventura, Lucifer. "Esta aventura ha resultado un fracaso, tus promesas, humo, y tú mismo un mal líder, ahora te das cuenta de que todo lo que pretendías es imposible de lograr, ademas de habernos conducido a esta desdicha. Ahora paréceme que no necesito más guía ni más luz que la que da el reino del gran dios. voy a regresar a mi hogar, de donde nunca debí plantearme haber salido, no estoy dispuesto a sufrir de este modo por mi propia necedad. ¿quien me sigue de vuelta al magnifico reino de la luz?"
preguntó Baal Zebub

  Las tres cuartas partes apoyaron a Baal Zebub al instante. mientras que la ultima cuarta parte parte, excepto lucifer, lo siguieron después de un cuarto de hora. Estaban dispuestos a regresar a su hogar. Así que salieron de aquel lugar de tinieblas, emprendiendo el rumbo al susodicho reino...

  "Él jamás os dejara volver, le habéis desobedecido, le habéis traicionado y abandonado , y ahora os cerrará las puertas" gritó afligido a los viajeros "volved, ahora ésta es la única morada que tenéis" los otros ni siguiera miraron atrás, todos estaban enfadados, pero al mismo tiempo sentían profunda lástima por aquel ser tan ambicioso que intentaba parecerse a dios, él mientras tanto, asumiendo el fracaso pero dispuesto a quedarse en el reino tenebroso, sintiendo un frío macabro, decidió descargar su ira en las paredes del reino recién creado. Fue esa ira tan explosiva y destructora la que dio origen al fuego que se extendió rapidamene por su reino de tinieblas, inundando de un calor abrasador cada rincón e iluminando las salas que lo conformaban. En ese momento salió en busca de aquellos traidores, gritándoles desde la lejanía del espacio y el tiempo...

  "Volved compañeros míos, en este nuevo reino, ese que hemos levantado con nuestras manos y que ahora pretendéis abandonar, ha surgido fuego, el calor de estas llamas es capaz de sustituir a la luz del todopoderoso creador, ya no necesitáis padecer el largo camino de vuelta y la cólera del rey dios" los ángeles aceptaron ese fuego y ese calor malévolo, pues se habían dado cuenta de que estaban demasiado lejos ya del gran reino del todopoderoso... y el dolor y el frió que provocaba esa lejanía era ya insoportable. "Para evitar que éste se extinga, debéis fundiros en uno solo con este fuego, que el fuego y los ángeles del nuevo reino sean uno solo, de este modo, podremos propagarlo allá donde lleguemos, a la vez que lo mantenemos siempre encendido" Los ángeles, siguiendo el consejo, fundieron sus espíritus con el fuego maléfico de la ira de lucifer, dejando de ser seres merecedores de llamarse ángeles, al haber despreciado definitivamente la esencia de luz blanca que el todopoderoso les había otorgado una vez. Pasaron a ser demonios de luz roja y lacerante, aunque conservaron largo tiempo cierta tristeza pues el fuego del infierno era doloroso porque quemaba, pero no tanto como el frío que provocaba la lejanía del creador.

  Eones mas tarde, consiguieron expandir su reino atrayendo astutamente a los seres que creaba dios, pues ellos no sabían crear sus propios seres, hasta que una vez nacieron los primeros hijos del infierno. Eran seres de naturaleza inferior a los grandes padres fundadores.
Éstos hijos, a diferencia de sus padres no han conocido nunca el reino de la luz, pues son nacidos en el mismo Infierno. Uno de ellos, precisamente, empezó a planear la huida del infierno. Del mismo modo en que tiempo atrás sus padres habían ideado la huida del paraíso. Poco sabían los hijos del infierno acerca del gran reino de la luz, pero tampoco les interesaba, eran infernales de pura cepa.

  Hoy día el infierno es una tiranía mas o menos benevolente, gobernada por su rey, el rebelde lucifer y sus amigos. Mientras, los hijos del infierno, esa nueva generación cien por cien infernal se encargan, bajo el asesoramiento de los padres viejos, de conquistar las almas de los nuevos hijos de Dios: aquellos que fueron hechos de barro, esos que son llamados los de carne y hueso.

  El gran reino del infierno vive un auge en la actualidad, pues cada vez disponen de más mano de obra esclava, formada por las almas que consiguen conquistar en el plano inferior de la realidad, que es el nuestro.

  Mientras que un hijo del infierno, Tephros, con toda la desobediencia y el descaro posibles, encontró una pequeña brecha entre los enormes muros del infierno, decidido a salir, buscando la misma libertad que pretendían sus padres, en aquellos tiempos pasados. A Tephros se le denegó su permiso de salida hacia nuestro mundo, él quería bajar al plano inferior y conocer la realidad nuestra, por ello se escapó por su propia cuenta, inconsciente del peligro que suponía.

  Una vez llegado al universo físico, empezó a sentir frió, se planteó regresar a su hogar. Necesita luz y calor pero de repente vislumbra un lugar cercano, aquel donde habitan seres de carne y hueso, es a ese mundo a donde viajan tantos hijos del infierno a conquistar almas de hombres. Tephros también quiere ser un aventurero en este mundo, ¿por qué él no y los demás sí?

  Contada ya esta pequeña alegoría, empecemos nuestra historia, debe tenerse muy presente que todo aquello que se cuente acerca del gran reino del infierno o lo que es lo mismo, el infierno "de arriba", es una metáfora, pues ese plano existencial tan elevado no podemos entenderlo, en cambio, todo cuanto acontece en nuestro plano existencial y en el planeta tierra, ha acontecido tal cual.

  En la carretera era de noche, moviéndose a mucha velocidad, un coche rojo se dirige hacia el sur, al volante está una mujer joven y morena de 23 años, conducía a toda prisa mientras contemplaba el cielo estrellado, plagado de luces. Esa escena fue interrumpida por el sonido del teléfono.

  -estaré allí en menos de 10 minutos -gritó después de activar el botón del altavoz.

  -sin prisas, hay tiempo se sobra -le respondió con dulzura una voz masculina.

  -entonces deja de llamarme con tanta insistencia, querido.

  Apagó el aparato y se dispuso a continuar mirando ese hermoso mosaico estelar.

Treinta minutos después seguía conduciendo, ahora se encontraba en un camino sin asfaltar y en que no había ni una sola señal o letrero. Aparentemente se había perdido y más que preocupada, parecía furiosa. el cielo se estaba nublando rápidamente y no habían faros cerca. La única luz disponible era la de su coche. La mujer frenó, agarró el teléfono móvil que llevaba consigo.

  -Batería agotada, nada puede ir peor ahora.

  Su expresión era de profunda ira, no daba crédito a su desdicha, a pesar de que su voz pareciese serena.

  No paraba de maldecir su suerte mientras se disponía a volver a arrancar el coche. Mientras, saltó el aviso del combustible de reserva, al coche le quedaba poco para apagarse. Aparentemente la suerte la había abandonado aquella noche. Empezó a maldecir no ya su mala suerte, sino al universo entero, tornando su serenidad en gritos y refunfuños.

  Encendió el coche e intentó avanzar, al acelerar vislumbró unas luces que pensó, serían de alguna casa donde podría pedir un teléfono o cualquier ayuda.

Aceleró y avanzo hacia las luces, en linea recta hasta que el coche se paró, el deposito de reserva se había agotado...

  Activó las luces largas y salió del coche dispuesta a dirigirse a pie hacia las luces, pero de repente los faros del coche se apagaron. Que extraño... pensó.
 
Desde lo mas profundo del reino del "Infierno de arriba" se podía oír un eco que reclamaba:

   *¿A donde ha ido ese hijo nuestro, y sin permiso alguno?¿cómo escapó? encontradlo. Tephros es Hijo indirecto de Baal Zebub o Belcebú, Baal Zebub es hermano y miembro de la corte de Lucifer. Tephros tiene sangre nobiliaria, sangre real, demasiado noble como para rebajarse al mundo inferior con los demás, por eso no se le permite abandonar el gran reino Infernal.

   Los Hijos del infierno mas nobles no deben abandonar la corte ¿por qué querría un caballero guerrero tan alto y elevado como Tephros rebajarse al nivel de la chusma ordinaria?

   Sí, Tephros es de la Nobleza guerrera del Infierno, pues es hijo indirecto del querido Baal Zebub, quien es uno de los grandes artífices de la traición al reino de dios y la fundación del gran reino del Infierno, un Demonio con mayúsculas y todos sus hijos por tanto tienen sangre de rey.

   Así, es, Tephros es un Noble Guerrero hijo indirecto mío, no debe bajar a guerrear al mundo inferior ¿O sí? Teniendo en cuenta que aquí no hay nada que satisfaga el fuego interior de los guerreros, pues no hay ninguna guerra aquí en los planos elevados, solo rutina y aburrimiento.

   Cierto, Tephros es Un guerrero noble que quiere guerrear ¿cual es el problema exactamente, oh Rey?

   Quizá ninguno... pero no se deben desobedecer las órdenes y si no se le concedió permiso, es ilegal salir, así que haced que lo busquen allí abajo y tráiganlo con su familia. *

   Auxilia (así se llamaba la mujer) regresó al coche caminando despacio tropezando varias veces, la oscuridad era absoluta. Entró e intentó encender de nuevo los focos, y lo consiguió. Después intento probar suerte tratando de poner en marcha el coche, y lo logró. "Las cosas pueden ir mejor o peor, pero mucho depende de cómo uno se lo quiera tomar, si se hubiera mantenido con calma, se habría ahorrado la absurda caminata a oscuras", pensó.

   Arrancó el coche encaminándose de nuevo a aquellas luces que parecían provenir de alguna casa. Estaba impacientándose, poco a poco aumentaba la velocidad, con la vista al frente, su expresión denotaba profunda tristeza e ira a partes iguales, una combinación agria sin duda.

   El tiempo pasaba y las luces parecían seguir tan lejos como al principio. La joven pensó que quizás estaba siguiendo un camino que daba vueltas alrededor de la casa de las luces. Decidió saltarse el camino y dirigirse en línea recta hacia allí, omitiendo el camino adecuado para un automóvil y arriesgándose capo a través, no pensó en las consecuencias, la desesperación estaba ganándole la partida. El coche no paraba de dar saltos y tambalearse mientras sonaba el ruido de las piedras chocando contra el metal.

   Aun así, las luces seguían estando lejos, lo que se le ocurrió fue simplemente pisar a fondo el acelerador, aparentemente ya se había hartado de la situación y estaba dispuesta a resolver el problema por la fuerza. Pensó que quizás si hacía sonar el claxon los habitantes de aquel edificio podrían advertir su problema y hacer algo por ayudarla, así que se dedico durante varios minutos a hacer mucho ruido, pero la estrategia parecía no dar ningún resultado. Miró su reloj, eran casi las tres y quince de la madrugada el tiempo había pasado volando, frenó el coche un instante y se puso a pensar, estaba segura de que se encontraba en aquella ridícula situación por su propia culpa, de haber estado atenta todo el camino, habría advertido alguna señal que le hubiera indicado cual era el camino correcto antes de perderse. Pero ya no servía de nada reprochar a su suerte, y menos cuando era de madrugada y había que buscar una solución. Volvió a arrancar el vehículo y pisar a fondo.

   El cielo, que se había nublado hace buen rato empezó a despejarse otra vez, dejando entrever de nuevo el imponente espectáculo estelar de las miles y miles de estrellas en el cielo, mas para su sorpresa, apareció una nueva invitada en medio de la bóveda estelar, la luna, tenía un tono rojizo y parecía enorme. Auxilia, hipnotizada por aquella escena, se acercó al parabrisas hasta casi apoyar si rostro en él y miro hacia arriba, no le importaba estar cometiendo el mismo error por el que se había despistado del camino y había ido a parar extraviada en aquel lugar, estaba embelesada con aquella imagen cósmica, era sin duda un espectáculo maravilloso, mientras, iba pisando el acelerador con mas fuerza de la que debía….

   -¿Dónde se ha metido Auxilia?

   Un hombre joven conducía un voluminoso Volvo por la carretera con dirección al norte, eran las tres y veinte de la madrugada y no había ya nada de tráfico a aquella hora y aquel lugar. El copiloto era otro hombre que no paraba de hacer llamadas con su teléfono, en la parte trasera una joven que hacía lo propio con el suyo, eran los familiares y el prometido de Auxilia, notablemente preocupados.

   -Esto parece una broma pesada -Empezó a decir la chica-. No ha regresado a casa, me lo acaban de confirmar, tampoco ha llamado a nadie, no se me ocurre nada, lo mas probable es que se haya perdido.

   -Vuelve a llamar a mi casa -respondió el conductor-. Es posible que haya llegado ya, quizás se desvió y tuvo que dar un rodeo.

   -Acabo de hacer eso –le dijo el otro-. No saben nada.

   El joven se encogió en su asiento y se frotó los ojos lentamente.

   -Oye, no te preocupes demasiado, estoy seguro de que ha ocurrido algo sin importancia, en menos de una hora nos estaremos riendo de esto con ella misma.

   -Auxilia no es de esas, si hubiera preferido ir por su cuenta a otro lugar, me habría avisado, es incapaz de dejarlo así, ella sabría que sufrimos cuando ocurre algo como esto.

   El de a lado le dio unas palmadas en el hombro.

   -Tranquilo, no puede haber ocurrido nada grave.

   La chica de atrás observó cómo la luna iba lentamente alejándose hacia oeste, algo que le encantaba observar, igual que a su hermana. No podía evitar pensar en lo peor.

   Las rocas debajo del coche parecían cada vez mas grandes y duras, sin embargo, la chica no salía de su estado de anonadamiento. Podría haber continuado así mucho mas, pero una potente luz empezaba a deslumbrarla de frente, bajó la mirada y se encontró de frente con una potente luz amarilla a la que se dirigía a unos ciento veinte kilómetros por hora. Reacciono tan rápido como pudo pisando el freno, el frenazo fue brutalmente brusco, y para colmo, no pudo evitar chocar con algo frontalmente, mientras sus ojos intentaban asimilar la abundancia de luz que irradiaba aquel foco tan brillante. Fue abriendo los ojos muy despacio para disponerse a averiguar de qué se trataba realmente aquel resplandor. En ese instante algo muy grande cayó encima del capó del coche haciendo saltar hasta el motor de su sitio, destrozando y retorciendo el metal y trizando los cristales.     En unas pocas fracciones de segundo el parabrisas se llenó de finísimas grietas, la torsión del metal estaba presionando el vidrio, que se volvió blanco en seguida. En muy pocos segundos, la joven consiguió comprender lo que estaba apunto de ocurrir, cerro los ojos con mucha fuerza, giro el la cabeza hacia un lado y mientras intentaba guarecerse tras sus brazos, el cristal reventó hacia el interior del vehículo, triturándose en miles de pedazos que se dirigían como una lluvia de saetas destinadas a clavarse en su piel, y tristemente, cumplieron su objetivo haciendo cientos de cortes en su pálida carne, mientras un fragmento muy grande y afilado rasgaba su cuello, abriendo una herida por la cual su liquido vital empezó a escaparse a velocidad precipitada, abandonando a su dueña para provocarle una muerte prácticamente indolora.

   Sus pensamientos antes de morir fueron muchos y muy curiosos, tristes y alegres, bonitos y feos, y en muy poco tiempo, sus ojos se humedecieron, hasta que finalmente se cerraron. Su cuerpo yacía inerte, mutilado por infinidad de cortes a lo largo de toda la piel y empapado en su propia sangre.

   Según las leyes de la muerte de hombres y mujeres, cuando el cuerpo llega a su defunción, la mente del individuo en cuestión permanece intacta pero congelada durante un lapso de tiempo que puede ir desde unas pocas décimas de segundo hasta varios siglos, hasta que por algún extraño azar, incomprensible para los vivos, la mente del difunto vuelve a activarse bajo una nueva forma. El hombre o mujer vuelve a la vida bajo el aspecto de un ser impalpable, no visible, no audible. Ya no es carne sobre hueso, sino una suerte de carne inmaterial, una materia ligera y nebulosa, un cuerpo de vapor frío y más ligero que cualquier brisa.

   Una hora más tarde, la policía llegaba a los alrededores.

   El coche del jefe policía se paraba mientras bajaba la ventanilla.

   -¿que ocurre exactamente aquí? –preguntó.

   -No lo se tampoco a ciencia cierta, un coche se coló en mi trigal hasta que oímos un terrible estruendo cerca de la torre del tendido eléctrico.

   De repente se acercó otro campesino y empezó a gritar.

   -¡Se han estrellado contra la torre allí abajo, alguien ha chocado un coche y con muy mala fortuna!

   Parecía que Auxilia acababa de despertar de un profundo sueño, se encontraba a si misma caminando en la oscuridad de la noche, oscuridad que ahora se había vuelto transparente, noche negra y oscura pero tangible y visible a la vez. Sentía un leve pálpito en su mente que la hacía sentir huérfana por algún motivo, sentía sin saber por qué muchas emociones que llegaban espontáneamente a su corazón, pero que sin embargo no afloraban. Su cuerpo original, su parte carnal había perecido, pero ella seguía allí, en carne inmaterial, sola en medio del paisaje nocturno, flotando con la ayuda de la brisa. Estaba ansiosa por comprender que hacía allí y por qué.
La historia continua así.

   Félix, un hombre que en vida tenía 30 años, murió en casi idénticas circunstancias en una provincia cercana al incidente de Auxilia. Félix también se encontraba vagando en estado fantasmal por el paisaje.

   Quisiera hacer aquí un pequeño inciso mío sin importancia, Félix es alguien a quien tengo especial cariño, pues fue la única alma humana hasta hora a la que he tenido la oportunidad de conocer en una relación de amistad.

     Prosiguiendo.

     El hijo del infierno, el mercenario Tephros, que se escapó del gran infierno "de arriba", desde planos existenciales que nuestra mente no alcanza a comprender. Entró en nuestro mundo, adoptando materia y forma, justo lo necesario para adaptarse a nuestro plano de existencia. La materia de la que se componen los entes de este tipo es la misma que la de las almas humanas en pena: no carne sobre hueso, sino una carne etérea, aparentemente inmaterial. Sabido es que sólo pueden percibirse e intuirse entre sí aquellos seres compuestos de esta esencia tan sumamente especial: almas en pena de hombres y mujeres, almas en pena de otros animales, entes demoníacos y cómo no, también los entes angelicales, en cambio a los seres que viven bajo las ataduras de la carne sobre hueso les está vedada la percepción de ese mundo inmaterial. Ningún ser de carne sobre hueso, vulgarmente conocidos como los vivos, podría nunca adivinar qué seres etéreos pululan a su alrededor o conviven con ellos, jamás podrían sospechar siquiera si hay algún guerrero angelical, demoníaco o alma en pena rondando justo delante de sus narices.

   Resumiendo, Tephros simplemente había nacido en este mundo, llegando a la tierra como un monstruo de apariencia macabra, con la piel como ennegrecida por el fuego y con sus correspondientes alas y cuernos, las propias de un demonio tal y como cualquiera podemos imaginar.

   Se preparó a recorrer nuestro mundo.

   Así mismo, sepa el lector que quien narra esta historia es un Demonio muy eminente, fui amigo de Tephros y combatiente en la gran tercera Guerra Celestial, la misma que intento narrar, y la misma a la cual debo mi actual posición, mas esa guerra misma le debe todo a Tephros, quien lo dio todo por devolver a nuestra gran nación a un nuevo auge, Tephros ha sido el causante de haber devuelto a nuestro gran reino, el reino del infierno en la tierra, otra vez a la cima, tal y como nos merecíamos.

    En nuestro mundo, existe una nación demoníaca opuesta a la nación angelical. Como ya he explicado, los humanos están hechos de carne original y materia etérea, materia también conocida vulgarmente por demonios y ángeles como "carne espiritual". Al morir la carne original de los hombres, éstos son conducidos como almas en pena por los ángeles hacia su capital en la tierra, la "ciudad de la Colina".

   Ciudad de la Colina es por tanto capital de los ángeles en este mundo, está construida con materia etérea, y de carne espiritual son sus ángeles, allí viven y desde ahí se comunican con los planos superiores de la existencia. Ya que en Ciudad de la Colina existen los Portales Grandes, a través de los cuales los ángeles de dios llegan a este mundo asumiendo su respectiva materia y forma.

   También tenemos un equivalente a esos portales aquí en la nación demoníaca, en nuestro gran reino del infierno en la tierra. Nuestra capital es la ciudad de Dite , también llamada Dis (su nombre se debe a su fundador, el ilustre y antiguo Dite, demonio pionero en pisar este mundo) Y el equivalente a los Portales Grandes son nuestros Portales Negros, a través de los cuales llegan nuevos hijos del infierno directamente desde los infiernos de los planos superiores "de arriba", asumiendo su respectiva materia y forma.

   Decía que al morir los humanos, son conducidos por los ángeles a su ciudad, es posible que desde allí se los lleven al "Reino del creador" o "paraíso de arriba"  a través de los Portales Grandes.     Hablando de Humanos, la primera vez que ellos aparecieron en este mundo, estaban fuertemente custodiados por los ángeles, eran como el rebaño de los ángeles, por decirlo de algún modo. No obstante, los demonios, los hijos del infierno, empezaron a ser enviados desde el "infierno de arriba" hacia este mundo, nunca venían los demonios Padres, pues ellos prefieren quedarse tranquilos y en comodidad allí en su hogar, mientras que nosotros los hijos, somos enviados aquí, a crear una nación demoníaca digna, cuya misión es quitarle el protagonismo a los ángeles, robarles su ganado y ganarnos la vida así en éste nuestro nuevo hogar. También expliqué que los hombres, cuando viven en forma de carne material, no pueden relacionarse con los ángeles ni con nosotros, tan solo viven sus vidas hasta que su carne perece. Es entonces cuando su alma, o lo que es lo mismo, su carne espiritual, es capaz de ver y tocar a los demás entes espirituales que somos los diablos y ángeles, así como otros espíritus libres del mundo.

   Tanto si son llevados por nuestro camino como si son llevados por el camino de los ángeles, las almas humanas suelen ser conducidas a las respectivas capitales y desde allí, a través de los Portales, pueden viajar a los planos supremos, a los reinos "de arriba", tanto al de la luz como al de las tinieblas.

   Nosotros, los hijos del infierno, así como los ángeles, no podemos viajar por esos portales, pues desde los mundos de arriba se nos ha enviado hacia aquí, y aquí vivimos y realizamos nuestra labor, nuestra misión de llevarnos todo el rebaño de ganado posible hacia nuestras respectivas capitales, se paga por ello generosamente, especialmente en nuestra capital del infierno en la tierra, Dite. Lo que hagan allí en La ciudad de la Colina, la capital del bando rival, no lo sé a ciencia cierta y tampoco me interesa demasiado

   Los primeros milenios que los humanos vivieron, como ya dije, estaban muy custodiados, hasta que llegamos nosotros y formamos una gran nación, un poderoso reino que en seguida entró en conflicto. Se han dado muchas batallas a lo largo de toda la historia, la lucha contra los ángeles ha sido voraz y muy larga.

   Conforme fueron pasando los milenios, fuimos ganando poder en detrimento de los ángeles, ellos tenían sus propios problemas, en su capital surgían todo tipo de altibajos pequeños que con el paso de los años, se acumularon hasta formar grandes problemas. Mientras, la nación demoníaca era al parecer mucho mas sólida, pues nuestra estructura jerárquica casi siempre ha sido piramidal: En primer lugar está el gran rey de la ciudad y su ilustre corte; luego están los nobles, se trata de viejos linajes guerreros, descendientes de los primeros demonios que llegaron a este mundo pero que debido a su elevado estatus no se dedican más a la guerra; seguidamente está la clase guerrera, la verdadera casta militar que va a las guerras conformada por soldados o guardianes, son soldados de oficio y sin vocación, guerrean porque no les queda otra; luego están los demonios habitantes, es decir ciudadanos comunes; y en último lugar, abajo del todo, están los mercenarios.

   Los mercenarios son hijos del infierno al igual que todos los demás demonios de este mundo, pero siempre se nos ha tratado peor (Yo mismo soy de casta mercenaria). Los mercenarios llegan voluntariamente a este mundo a buscarse fortuna mediante la guerra, vienen a ser guerreros que buscan combatir, pero cuando llegan al mundo se encuentran con que no se les deja integrarse en el ejército Real.

   El ejército Real está monopolizado por la casta guerrera, pero la casta guerrera es una posición a la que solo pueden acceder los demonios ciudadanos, por ello, los mercenarios buscan luchar en batallas, pero casi siempre se ven arrastrados a ser simples caza fortunas o mano de obra barata.

   Así pues, los mercenarios no tienen los privilegios que sí tienen los demonios ciudadanos y en la práctica son mano de obra poco cualificada pero muy abundante, con el tiempo, fueron llegando mas y mas mercenarios hasta casi duplicar a todo el resto de demonios. Las clases superiores siempre han menospreciado y abusado de los mercenarios, pero ellos han sabido aguantar las dificultades y sobrevivir, pues aunque se vean obligados a no luchar en la guerra, su carácter es profundamente guerrero.

   Pero teniendo en cuenta que somos entidades de carne espiritual, ¿Que ocurre cuando la carne espiritual se muere? la respuesta es que el fallecido pasa directamente a los mundos de arriba, al infierno de arriba en donde su pista se pierde, pero eso es algo que nadie quiere hacer, pues se considera un fracaso enorme, una afrenta muy grave. Nuestro sitio es éste y aquí queremos quedarnos hasta que lo quieran los Grandes Padres "de arriba" o los humanos mismos desaparezcan para siempre de este mundo.

   Como buen narrador que intento ser, estoy contando todo ésto en tiempo presente para no desvelar demasiadas cosas por adelantado al lector interesado, pero la sociedad de los demonios acaba de dar un gran cambio, muchas cosas son diferentes a causa de la guerra que acaba de terminar, la misma que intento contar.

   Pero debo ser sincero y contar también las cosas que nos deshonran: Tras la última Gran Guerra que hemos vivido, lo único que salvó a los demonios fue el estado de debilidad en el que se encontraba sumergida la nación de los ángeles, ello es parte fundamental de esta historia, el drama de los demonios y del mercenario Tephros.

Sigamos pues con nuestra narración.
 
Tephros, el hijo del infierno que escapó del infierno de arriba, llegó a este mundo como un mercenario, pues no había sido enviado oficialmente y su llegada aquí era voluntaria y peor aun, ilícita, pues escapó sin permiso de los padres.

   El cuerpo de este ser era de aspecto abominable, un demonio que llega a nuestra realidad adquiere una forma muy típica de los demonios, pero terrible al fin y al cabo.

   Su estatura era por lo menos de dos metros, los músculos eran voluminosos y la piel cobriza oscurecida, llena de restos de negrura como de carbón o tierra, el vello de su cuerpo era escaso y dispersado aunque muy grueso y chamuscado. Poseía dos enormes y prominentes alas que seguramente alcanzaban los tres metros en total extensión. Estas alas al parecer eran de piel sobre hueso, se podían reconocer fragmentos de plumas negras pero estaban incineradas y se desintegraban rápidamente en el aire. En la gran testa estaba su rostro de bestia agresiva, de facciones grotescas pero a la vez de sutil belleza demoníaca innata. Dejaba ver entre sus labios unos colmillos enormes sumergidos en un hocico de aspecto salvaje, los demás dientes eran medianos y normales, pero de entre las grietas se podía contemplar su aliento, era aire ardiente, tanto que parecía fuego. La cabellera que cubría su cabeza parecía inmune al fuego pues una enorme melena le llegaba hasta la espalda recorriendo sus hombros y su cuello. Pero claro, a ambos lados de la cabeza habían dos enormes cuernos enroscados, como los de un carnero viejo, eran de una tonalidad rojiza plateada y brillaban como si estuvieran rellenas de roca fundida. Sus ojos eran hipnóticos, dos brillantes luces azules eran sus ojos, parecía no haber mas que eso bajo sus gruesos párpados. Además, cubriendo gran parte de sus voluminosos músculos, una armadura de hierro negro le cubría, unos brazaletes llenos de cuchillas afiladas le envolvían el antebrazo. Mientras que en sus manos, grandes y desnudas, nacía unas garras temibles, que amedrentarían a cualquier tipo de bestia salvaje.

   Bajo esa forma monstruosa, Tephros estaba presente en este mundo en carne espiritual, materia etérea aparentemente inmaterial, invisible para los seres de carne mortal, salvo que se tratase de uno "especial" con el don de contemplar cosas mas allá de la evidente materia sólida.

Esa es la forma típica de los demonios hijos en la tierra, nadie sabe qué aspecto tendrían los Grandes demonios padres si alguno decidiese cruzar aquí, pues nunca ninguno de ellos se ha dignado en cruzar los Portales Negros.

   La bestia estaba confusa, cuando emergió a la tierra se encontró en un oscuro bosque en medio de una noche totalmente nublada. Enseguida noto la presencia de espíritus del campo rondando por la zona, eran espíritus difusos los del campo, no necesitaban forma y en seguida se alejaban cuando advertían la presencia del demonio.
 
   Anduvo un buen rato entre los árboles, hasta que se encontró en el corazón mas espeso del bosque y vio claramente cómo los espíritus sombríos del bosque nocturno se acercaban temerosos a contemplarle, eran sombras horrorosas, escondidas en la negrura que les proporcionaba la frondosidad, parecían aterrorizadas ante su presencia. El demonio se plantó ante sus miradas, pero esos espíritus sombríos no se atrevían a salir a su encuentro, parecían seres muy desagradables y malignos, pero la presencia de este ser les causaba horror.
Enseguida el demonio fue a su encuentro, consiguiendo llegar hasta una de ellas, mientras las demás huían entre los árboles. Empezó a hablarle al espíritu sombrío.

   -Saludos oh espíritu, hace poco que he llegado aquí. ¿Sois vosotros los habitantes de este mundo?

   -Nosotros, no somos más que espíritus vagabundos, rondamos por los lugares apartados de los hombres y si alguno se acerca, lo único que hacemos es llenar su alma de temor y hacer que se aleje, y mas aún cuando vienen solos, pues estos lugares son nuestro hogar y los hombres no deberían contaminar con su mano destructora los lugares aún intactos. Vos debes de ser un ser del infierno o del limbo, no tienes nada que hacer por estos lugares, nosotros no tenemos que rendir cuentas con el diablo, si buscas a alguien para llevártelo hacia la condenación seguramente se trate de almas corruptas, encontraras muchas de ese tipo lejos de aquí. Pues si estás buscando seres de naturaleza vil, aparte de vosotros los demonios, almas crueles son almas de hombres, pero además de crueles son cobardes.

   -No conozco a los hombres ¿Qué son?

   -Yo tampoco sé gran cosa, tratamos de alejarlos de aquí en cuanto se acercan, puesto que muchos se acercan con malas intenciones, sus almas pueden llegar a ser pavorosamente perversas, tanto que incluso un demonio palidecería a su lado. Yo mismo he tenido que abandonar muchos de mis bosques preferidos, que fueron contaminados con la presencia corruptora y destructora de los hombres, como te he dicho ya. Así como también es cierto que son en su mayoría criaturas de espíritu débil, el verdadero núcleo de sus almas está hecho de cobardía y debilidad.

   -¿Son de materia sólida o etérea, como tu yo?

   -Cuando sus cuerpos mueren su esencia se mantiene como carne espiritual o etérea como nosotros.

   -Bueno, los hermanos míos ¿Dónde están y qué hacen aquí?

   -¿Acaso eres demonio novato? Tus hermanos están intentando conquistar a los hombres, muchos escuchan obedientemente a los demonios, y se corrompen con facilidad, otros son fuertes, pero de eso nosotros no sabemos mucho, si quieres encontrar a tus hermanos y a hombres dirígete fuera del bosque, aquí como ya te dije, no tienes nada que buscar.

   - Tu información me es útil, me pregunto por que vuestra forma es la de horribles sombras.
Porque esperamos así atemorizar a seres intrusos que quieran atravesar nuestros lugares, mas de día somos seres blancos, los animales nos conocen bien, cuidamos de ellos a cambio de que ellos cuiden las plantas de peligros materiales, por ejemplo de los humanos. Te deseo suerte en tu recorrido, es muy inusual encontrar un demonio sin malas intenciones para con nosotros.

La temible bestia empezó a alejarse, muchos de los otros espíritus que oyeron la charla, se acercaron menos temerosos a observar su partida, una de ellas se atrevió a levantar una frase que le preguntaba;

   -Temible ser, siendo del infierno pareces muy ignorante, ¿Que has venido a buscar por este mundo?

   -Nada, simplemente deseaba salir del infierno de arriba y busco un nuevo hogar.

   Dicho esto, se alejo.

   Salió del bosque y empezó a recorrer grandes extensiones de terreno, la noche seguía igual de fría y siniestra. Tephros empezó a encontrar al fin casas y caminos, carreteras asfaltadas y señales, cosas nuevas para él y propias sólo del mundo de los hombres. De vez en cuando aparecían mas espíritus vagabundos de la naturaleza, habitando y cuidando de algunos lugares alejados y de animales. Muchas veces los animales se asustaban con su presencia, pero en general eran indiferentes a Tephros.

   -¿Tu acompañas a estos animales?

   Le pregunto la gran bestia a un espíritu, éste dudo un poco, pero se decidió a responderle.

   -Intento guiar a estos seres fuera de la vista de los hombres, pero muchas veces es inevitable que nos encuentren y les den muerte o cautiverio. ¿Quieres algo de ellos? Demonios y animales no suelen necesitarse entre ellos y rara vez son amigos.

   -Me gustaría tener un animal amigo que me acompañara a todos sitios, pero será mejor dejarlos contigo, pues a ti te quieren más.

   -Cierto, soy buen amigo suyo desde siempre, y era amigo de sus padres y abuelos tiempo atrás, ellos son mi compañía y mi amor hacia ellos es grande también.

   Más tarde, el demonio siguió avanzando dejando atrás grandes distancias recorridas. Por fin sintió mas o menos cerca, percibiendo y oyendo más que viendo, presencias tanto de demonios como de hombres, enseguida corrió ilusionado hacia su encuentro.

   En un pequeño poblado rural estaba la casa de una familia de campesinos, en ella vivían cinco miembros, el padre, la madre, un hijo varón de 19 años, la abuela y la joven hija de 16 primaveras, toda la familia esta pendiente de la hermana menor. Se trataba de Alea, que padecía una dolencia mental cuyo tratamiento diario acababa de recibir. Los médicos habían dicho que se trataba de un problema neurológico, una enfermedad que le provoca alucinaciones continuas. La joven afectada no podía dejar de tener visiones: según ella unos seres horrorosos aparecían y la atacaban, no la dejaban en paz. Decía que las más de las veces, veía al mismo ser sombrío que aparecía y se le acercaba dispuesto a amargarle la vida . Su medicación era cara y muchas veces era inevitable que repentinamente empezara a sufrir crisis y recaídas repentinas. Aquella noche, toda la familia había despertado, alarmados por los gritos de angustia de la joven, que una vez mas estaba padeciendo los penosos efectos de la enfermedad.

   La madre y el hermano estaban a su lado intentando calmarla, consolándola. La madre la tomó en brazos mientras su hermano preparaba una dosis extra de medicación, el padre intentaba realizar una llamada telefónica a los médicos, parecía muy preocupado. La abuela se acercó con expresión de profunda pena y le habló a su hija.

   -Maldita enfermedad horrenda ¿por qué tanto martirio a un a chica tan buena? Cuando era pequeña era la criatura más dulce y alegre... parece que Dios la haya abandonado, he pasado noches enteras rezando por su salud ¿Cuándo se oirán mis súplicas? Que el demonio no se cebe más con ella.

   Y aquello era precisamente eso lo que la joven intentaba comunicar entre chillidos, que eran diablos los que llegaban a su habitación a hacerle daño.

   -Madre, Conozco bien su fé religiosa, pero no es este el momento de buscar consuelos allí, Alea está enferma y lo único que debemos hacer ahora es intentar aliviarla, según los médicos si sigue el tratamiento estrictamente, podrá llevar una vida relativamente normal -dijo la madre de la chica.

   En ese momento aumentó la intensidad y angustia de los quejidos, acompañados de convulsiones que hicieron saltar las lagrimas de la madre y de la abuela, la pobre chica estaba siendo atormentada horrendamente por la enfermedad. La escena era muy triste y cada vez la joven gritaba mas y mas, quejándose y quejándose por la presencia de su monstruo imaginario. Los gritos eran muy sonoros y llenos de miedo y angustia.

   La gran bestia entró en la humilde casa, unos gritos que provenían de la planta de arriba despertaron su curiosidad, empezó a subir deprisa. Al llegar, encontró a hombres y mujeres, por fin los podía ver, habían cuatro en la habitación mas uno que estaba en otra.

   -Esta casa es tan fea, desde que llegamos aquí, cada vez siento más horribles sensaciones.     –
Dijo la anciana que estaba de pié a un lado de la cama, a lado de la joven que gritaba horriblemente y con justa razón

   -Saludos hermano -dijo Tephros a otro mercenario que estaba agarrando a la joven-. ¿Que haces en este lugar con estos hombres y mujeres? ¿Eso que estas haciendo es luchar o herir sus almas? -dijo Tephros, eran sin duda las preguntas de un completo ignorante.

   El otro demonio, un hermano suyo, un hijo del infierno, mercenario de profesión, soltó a la joven y se puso frente a él.

   -Pero ¿Qué haces tu aquí? estas almas son para mí...He conseguido atacar a esa mujer que ves tendida entre lágrimas, en forma de enfermedad he logrado al menos atormentarla, pues corromperla no puedo si su alma es todavía fuerte, no puedo hacer nada, salvo lo que me ves haciendo para mermar sus fuerzas. Consigo que me vea y la aterrorizo sin piedad, pronto se rendirá y podré tomarla prisionera.... pero a ti mis asuntos no te importan, búscate tus propias victimas, ésta es para mí.

   Los gritos de la chica amainaron, pareció calmarse, pero seguía llorando en los brazos de sus padres.

   -Vaya, no parece que se vaya a rendir fácil, no hace más que gritar -le dijo la gran bestia a su hermano el abusón, que por cierto era delgado y parecía blandengue-. ¿Y no sería más fácil que encontraras una víctimas más fácil de atrapar?.

   El otro pareció molestarse por aquellas palabras.

   -¿Eres imbécil? No quiero a otra, la quiero a ésta precisamente porque es joven y valiosa, déjame trabajar en paz, ahora lárgate de aquí y métete en tus asuntos.

   -Como quieras -replicó Tephros-. Aunque me da la impresión de que no va a rendirse todavía y además, las jóvenes no son demasiado valiosas, se ven demasiado pequeñas y débiles.
Tephros le resultó entonces demasiado molesto e insistente al demonio acosador, quien le respondió con notable agresividad.

   -¡Eso es algo que a ti no te importa, vuélvete al infierno, idiota! ¿Quién te ha dejado salir al mundo siendo tan imbécil? Ahora vete a pedirle explicaciones a quien quiera dártelas.

   El acosador parecía molesto por la impertinencia de Tephros pero se dispuso a seguir atacando a la chica, que parecía ya calmada, aferrada a los brazos de su padre y aceptando los consuelos de su hermano.

   -oh, que risa -Insistió una vez más Thepros con ingenuidad-. Ya verás cuando te paguen una miseria por una pequeña alma que te está costando horrores conseguir.

   Aquello fue dicho por Tephros a modo de simple comentario, pero el acosador ya estaba enfadado y aquello le volvió a sentar muy mal, Tephros había colmado su paciencia. La furia se desato en la otra bestia acosadora y se preparo a atacar a su hermano.

   Se acerco a el y soltó una ráfaga de rápidas zarpadas destinados a la cabeza de su hermano, sin éxito. Con su cola preparo un golpe pero falló, Tephros instintivamente tuvo que defenderse y por tanto recurrir a la violencia también. Agarró de la cola a la otra bestia y la zarandeó saliendo de la habitación hacia el pasillo.

   -Sucio y tonto¡¡¡ suéltame.

   El combate cuerpo a cuerpo continuaba a garras, puños, pezuñas, patadas, codazos, cabezazos, y todo tipo de golpes, sin embargo la pelea se decantaba por la bestia recién llegada, mientras el otro, impotente, empezó a gruñir y soltar terribles gritos que sobrepasaban el nivel inmaterial y alcanzaban el nivel de percepción auditivo humano.
   -Jesús ¿que es ese ruido? -dijo el hermano de la enferma dentro de la habitación-. suena como los gruñidos de un animal.

   En el pasillo el combate continuaba, el demonio agarro por los cuernos a su hermano y le mordió el cuello. El acosador empezó a derramar su incandescente sangre inmaterial por la herida y empezó a convertirse en fuego. Su cuerpo estaba finalmente pereciendo, en ese momento empezó a desaparecer.

   -Aaah desgraciado ¡¡¡ -empezó a quejarse poco antes de desvanecerse por completo-. Que humillante! ¿Qué voy a decir cuando llegue al infierno de arriba? no me dejarán volver, te denunciaré.

   Seguido de esto, la esencia del derrotado se escapó, ya no era visible, se había encaminado al infierno de arriba para siempre rumbo a los mundos lejanos e incomprensibles.

   El victorioso Tephros entró molesto y magullado en la habitación, la hija ya estaba totalmente calmada pero desolada por la pavorosa experiencia de su enfermedad. Hablaba con su madre y su padre, su hermano salio de la habitación y la abuela estaba en una silla.

   -Ese extraño olor ha desaparecido de la casa -dijo la anciana.

   -Sí abuela -dijo el padre, lo he notado yo también.
 
   El demonio, se acercó sigilosamente hacia la chica, que empezó a ponerse algo nerviosa, pero aun así, no se sobresaltó en exceso.

   El la miró, Alea todavía era capaz de percibir vagamente la presencia de el demonio.

   -Mujer joven y enferma pero fuerte, no tengas miedo de mí -Le dijo.

   La chica no había oído aquellas palabras tal cual, pero el mensaje pareció haber sido captado en su interior, apareció como un pensamiento dentro de ella.

   El demonio observó una brecha en los cinco sentidos de aquella joven, un nexo mal enlazado entre su cuerpo y su alma. Tephros lo cerró por pena, sellando aquella abertura que era el fondo mas profundo que le causaba la enfermedad. Poco después, Tephros decidió marcharse a buscar nueva suerte, abrió sus alas y salió de la casa, en el pueblo habían unas cuantas mas.
Era ya de madrugada y se dispuso a seguir con su andadura.
Jibril
Jibril


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