Día de practica [CERRADO]

Al parecer Antígono estaba algo "ido" mientras que Yango le hacía caso omiso al tema, esto me preocupo un poco pero luego de unos minutos decidí no darle importancia hasta que el mismo Antígono nos preguntó a ambos cuales eran nuestros sueños lo cual me sorprendió mucho, pues Yango y yo tuvimos la intención de esquivar el tema hace unos momentos y esta pregunta lo volvía a poner en discución. Pero, a pesar de todo esto, le respondí con toda la sinceridad.

- Ssaben chicoss, puede paresser tonto pero yo no tengo ssueñoss ni metass. Ni uno ssolo. A mi me gussta vivir el momento, entregarme a lo que me apassiona y esspessialmente sser yo missmo. 

Mi padre siempre me ha enseñado a vivir el presente, olvidar el pasado y no apresurar el futuro es por esta razon que mi respuesta fue breve y directa.

Era la primera vez que alguien me hacía una pregunta como esa. Al poco tiempo volví a abrir mi bocota.
-Los sueños solo son para perdedores... si quieres lograr algo en la vida, convierte eso en tu meta, antes de que el sueño termine... y despiertes en la realidad. - Eran las mismas palabras que escuche de esa persona que se hacía llamar mi padre. Yo las ignoraba por completo después de lo que hizo... pero ahora las empiezo a apreciar mas que antes...
-En cuanto a mi meta... digamos que es algo que no puedo decir a ciencia cierta. - Dije mientras revisaba si había algo en mi bolsillo. Entre muchas cosas, antídotos, colirios, pociones que habían ahí saque una pequeña brújula. Ciudad oasis quedaba al norte y quería asegurarme de que íbamos al norte. Por suerte no me había perdido y la brújula apuntaba claramente al norte.
-Bien, es todo recto desde aquí, pero cuidado, este lugar suele hacer ver espejismos a los que no estén acostumbrados al calor. - Desde ya las escamas de los bangaas evitan el calor, así que no le encontré utilidad a mis gafas y a mi sombrero y lo guarde en mi mochila.
-Por cierto Damaku... ¿Que hace un monje blanco lejos del Monte Yaschas? ¿Los bangaas te han dejado salir al fin? - Dije algo extrañado. Los bangaas del monte Yaschas, en especial los monjes blancos se les prohibía la salida del monte si no tenían motivos para ello, ademas, necesitaba un buen tema de conversación para los tres, pero me interesaba mas el hecho de lo que sea que este pasando en esos montes.

Me encogi de hombros ante las respuestas de ambos. Realmente pensaba que la conversacion iba a terminar mal, por suerte no lo hizo. Yango nos dio una advertencia sobre el calor, pero a mi no me preocupaba. Tantos dias vagando por el mundo me habian dado cierta resistencia mental a este...siempre y cuando no perdiera de vista la resolucion de no volverme loco por este.
Aparentemente ahora nos dirigiamos al norte. Yango saco una brujula de sus bolsillos y se puso a orientarnos. Tambien inicio una conversacion con Damaku, referente a algo sobre un monte de monjes bangaas o algo por el estilo. Por mi parte, me abstuve de mas comentarios y escuche la conversacion atentamente.

Yango me había hecho una pregunta la cual me causo nostalgia, pues detrás de mi oficio había una gran historia cual contar llena tanto de alegrías como desgracias, parecía como si un nudo en mi garganta se formara en ese momento pero al ver el rostro de ambos y por el momento que habíamos pasado supe que se trataba de personas en las cuales podía confiarles algunos de los fragmentos de mi historia. Como faltaba mucho camino para llegar a la Ciudad Oasis decidí extenderme en cuanto a mi respuesta.

- Bueno Yango... En realidad, yo no entrené con ningún Monje de los Montes Yaschass. Lass habilidadess que posseo, mi ofenssa, mi defenssa, mi velossidad, todo ello lo aprendí de mi padre quien me ensseñó las Artess Marssialess cuando era ssolo un cachorro. Me gusstaba practicar mucho y yo era de las perssonass lass cualess aprendían rápido por lo que no me fue problema dominar lass garrass cuando ssolo tenía veinte años, diess en edad humana. Recuerdo que para mi cumpleañoss número veintidóss mi padre me dió el mejor regalo de todoss: miss primerass garrass propiass, lass que utilissé para luchar contigo y con Antígono, pero... lamentablemente el desstino ssiempre te hará malass jugadass y... esste me hisso la peor... Esse mismo año, tress messess desspuess, mi padre tuvo ssu primer día libre de ssu tan arduo trabajo y me ssorprendio llevandome a la Ssiudad Costera de Bodhum para jugar en ssuss playass, allí un Tssunami impactó en amboss... yo ssobrevivi de ssuerte pero... él no... Luego de ello quedé a cargo de la tienda de artilugioss que mi padre manejaba, con aquella lograba ganar el dinero ssuficiente para ssobrevivir dia a dia pero, cuando cumplí loss cuarenta y cuatro años unoss guardiass sse aprovecharon de mi esstado para imponer ssuss malditass reglass, lo que provocó que terminara en la cárcel.... Estando allí fui abussado por varioss reclussoss que no tuvieron piedad de mi, lo que provocó que me hartara de elloss y empiesse a practicar miss artess marssialess... No nessessité de loss monjess del Monte para dominarlass, ssolo nessessité a mi padre, un gran bangaa que hassta ahora essta a mi lado espiritualmente... en miss recuerdoss y en mi corassón...

No sabia si sentir pena por Damaku. Yo nunca tuve una relación así con mi padre. El no me considero fuerte y me abandono. Pero Damaku ha tenido un buen padre y eso en parte, me dio un poco de envidia.
-Te envidio tanto, al menos tuviste a un padre que te cuido. - Dije tratando de no forzar mas ese punto... Solo me daba dolores de cabeza pensar en todo lo que pasé con el.
Aun no habíamos llegado, Giza era enorme y de seguro se aburrirían hasta que divise una construcción en ruinas... Era mi vieja escuela. La que me acogió de niño. Me detuve un rato a mirarla. Fue el único lugar que me acepto cuando nadie lo hizo. La mire con un poco de pena y dije:
-Quiero pasar aquí antes de que vayamos - Esperando encontrar algo... lo que sea que quedase de mi infancia. Se que suena a algo que no haría pero tenia muy buenos recuerdos del lugar y no quería que se fuesen del todo.

Cuando Yango me dijo que me tenía envidia me senti algo culpable, no era mi intención hacerle sentir mal respecto a su pasado y menos respecto a su padre por lo que miré al suelo por un rato hasta que él se detuvo en un lugar hecho ruinas. No tenía idea del porque quería entrar allí y dudaba de que Antígono la tuviera pero si deseaba hacerlo no tenía porque oponerme a ello es más, cuando empezó a avanzar lo seguí sin ninguna objeción.

- ¿Que ess esste lugar?

Le pregunté mientras seguía caminando atrás de Antígono, pues al parecer estas ruinas no eran de un templo o un santuario, parecía mas bien una pequeña institución. "Esspero no encontrarnoss con alguna criatura por aquí, esste lugar ess muy esscombrosso..." Pensaba porque recordé que aun estabamos en la Pradera de Giza.

No se si era desconfianza la que veía en los demás, la verdad, no me gusta hablar de mis temas personales, pero si eso hacia que entrasen pues...
-La verdad es que este lugar fue mi hogar de niño. Fue la escuela donde me críe - mientras saltábamos la valla de protección. Recordaba todo, mi salón, los lugares donde guardábamos los abrigos, de hecho, había un abrigo mio de niño, un abrigo que compre con mi dinero. Revise sus bolsillos y habían 12 guiles, me recordó cuando ahorraba para la comida del siguiente día. - No puedo creer que aun sigan aquí... - Tome el abrigo y lo puse en mi mochila. Recuerdo cual era mi salón de clases. Al entrar, me invadió un deseo de nostalgia... el salón seguía intacto, pareciese que nada cambio desde el día que me fui. Vi mis estanterías y estaban llenas de lapices, borradores, papeles, cosas que dejaba desordenadas por ahí. Revise entre esas cosas y había encontrado una canica. -Sabía que estarías aquí. - Dice mientas la sacaba y la metía en mi bolsillo. Era un salón bastante pequeño, pero convivía con los otros críos de la escuela. Bromeábamos, jugábamos, estudiábamos mucho y nos esforzábamos por destacar. En este lugar conocí que las personas podían ser buenas. Cuando salí, me pareció ver algo en el fondo del pasillo.
-Hay algo ahí - Dije mientras me acercaba para ver que era, mi mirada de intriga pronto se volvió pavor cuando vi en el final del pasillo un molbol morado. Del susto me caí de espaldas e instintivamente saque mi cañón temblando de miedo... no debía hacerlo... si disparaba el lugar podría colapsarse... "¡Yango! ¡Baja el arma!" Me decía a mi mismo mientras me esforze mas por no disparar a aquel molbol.

Yango había pasado la mayor parte de su infancia aquí, por lo que era obvio que este era un lugar nostálgico para él. Cuando estuvo revolviendo un abrigo viejo y gastado él encontró una canica la cual le trajo fragmentos del pasado a su mente, aquellos eran gratos recuerdos pero a pesar de esto, su rostro estaba completamente neutro. No sabía que decir por lo que solo lo miré con una pequeña sonrisa y él salió del lugar junto con Antígono.

Cuando pensé que todo iba a estar bien observé en los pasillos que Yango se había caído de espaldas y Antígono evitaba que el dispare. No supe lo que pasaba hasta que vi a un enorme Molbol acercándose a ellos. Antígono sugirió escapar, este lugar no era un campo de batalla seguro pues un movimiento en falso podría acabar con la estructura.

- Antígono tiene razón sera mejor huir de aquí.

Añadí a lo que dijo para luego ayudar a Yango a levantarse.

Cuando Antígono me detuvo de usar mi cañón y Damaku me ayudo a levantarme, me sentí aliviado, pero a la vez apenado. Ha pasado bastante tiempo y al fin entendí por que la escuela cerro, fue por culpa de aquel molbol. Yo me había ido de ahí para buscar un futuro mejor, pero nunca pensé que es lo que iba a pasar después.
-Ese molbol... Ahuyento a todos de aquí... - Me decía entre susurros. Me daba bastante pena dejar el salón de clases pero ya no importaba. Saltamos la reja y nos alejamos de ahí. La verdad me daba pena, hubiese preferido que la escuela estuviera en excelente estado, poder hablar con los maestros, ver como crecen los niños, ver a los padres recogiendo a sus hijos. Pero al final no pudo ser. -Supongo que no todo dura para siempre. - Dije mientras nos dirijamos a la ciudad. Cada paso que daba era alejarme mas del yo que tenía dentro. Vi como poco a poco me alejaba del lugar hasta que desapareció por completo. Ahora nos dirijamos a Ciudad Oasis, que cada vez mas, la veía mas cerca.